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sábado, 28 de enero de 2012

A aquellos privilegiados...

Hay veces en las que sientes rabia e impotencia, porque ves que personas que deberían considerarse unos privilegiados, más aún en estos tiempos que corren, no saben, ni han sabido nunca, ni sabrán apreciar lo que tienen. Bien porque son de una naturaleza que podría llamarse dañina, bien porque viven amargados por su vida personal. Lo cierto es que trasladan sus frustraciones personales a su vida laboral y bueno, si es un fraile o un monje con voto de silencio, pues al resto de la humanidad le puede pasar desapercibido, pero cuando se trata de un profesional que trabaja cara al público, la cosa es completamente distinta. Y si ya lo hace en el ramo de la salud, pues puede afectar a muchas personas. Cuando vamos al trabajo arrastrando problemas que nada tienen que ver con nuestras funciones, desempeñamos nuestro oficio a desgana, por lo que nuestra productividad no es la adecuada. Trasladando tales circunstancias a una consulta médica, el resultado es que no se atiende al paciente adecuadamente, con el consiguiente peligro de errar en el diagnóstico y en el tratamiento.
Alguien se preguntará a qué viene todo esto, pues bien ayer acudí a consulta de médico de familia, mi médico no estaba y consecuencia no sé si de la crisis o la premura de la situación no había sustituto, por lo cuál a todos sus pacientes nos desviaban a las consultas de los restantes doctores. Claro, yo acostumbrado a la increíble paciencia que tiene mi médico, que todos los días acaba su consulta muy por encima de la hora estipulada, y con el que tengo una desgraciada, pero entrañable relación médico-paciente, me vi sorprendido por el trato de la "señora" que me tocó en suerte.
Es amargada por naturaleza, a la que conozco desde hace tiempo de mi época de auxiliar de farmacia, que al ver que su marido, médico también en el mismo centro, pero de trato muy distinto, acabó su consulta antes que ella, le entraron unas prisas desconcertantes que sumadas a su ya inaguantable personalidad la hacen insoportable. Bajo mi punto de vista cuando una persona está enferma necesita ver una confianza en la persona que tiene su salud en sus manos y animo a que toda persona que en algún momento se sienta como me sentí yo ayer lo denuncie poniendo la consiguiente reclamación. No somos cosas, somos personas gracias a las cuales ellos pueden mantener sus privilegios y es una verdadera pena que haya profesionales mucho mejor cualificados y orgullosos de su profesión que podrían ejercer y hacer una gran labor social, mejor que estos fantoches que se creen dueños del mundo sólo por ser lo que son.
Las autoridades competentes deberían de hacer un sondeo entre la población y saber si estos llamados profesionales siguen estando capacitados para ejercer lo que un día consideraron su vocación y su pasión.

Me gustaría, como ya he dicho antes, que toda persona que se sienta tratada indebidamente lo denuncie y lo haga público, bastantes cosas tenemos que aguantar ya diariamente, como para encima tener que soportar que se juegue con nuestra salud por la incompetencia de alguien a quien nosotros estamos pagando.
Y como mi naturaleza me produce esta incontinencia verbal, desde aquí denuncio públicamente a la doctora Gloria Gómez Martín CNP: 09/0034673/44, por ejercer su trabajo ha desgana con el consiguiente peligro para los pacientes que acuden a su consulta.
Con todos mis respetos para los muchos profesionales de la medicina que ejercen de forma maravillosa su trabajo y con una dedicación mucho más allá de lo estrictamente profesional.


JJ Guerra. 28 de enero de 2012.

domingo, 22 de enero de 2012

Una maravilla de la naturaleza.

Los humanos somos un tanto raros, vivimos siempre soñando, especulando y esperando algo, pero la mayoría de las veces nos despreocupamos de nuestro alrededor y no le damos importancia a lo que tenemos tan cerca, tan al alcance de nuestras manos, de las maravillas con las que la madre naturaleza nos ha obsequiado. 
Vivo en un pueblo de la provincia de Huelva, en plena sierra. Rodeado de naturaleza, aunque de un tiempo a esta parte todos los pueblos han crecido en exceso, no deja de tener su encanto. 
Aracena, mi pueblo, forma parte del parque natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche. El municipio cuenta con una superficie de 184 km y alrededor de 8000 habitantes. Hay restos arqueológicos que datan la presencia humana en la zona en épocas prehistóricas. Hay muchas cosas que podría decir de mi pueblo, hablar de su castillo, del museo de arte contemporáneo al aire libre "Andalucía", el mayor de Europa y segundo del mundo, de la historia de su plaza de toros, del museo del jamón, de la inmensa variedad de setas catalogadas en toda la sierra, de las exquisiteces de la gastronomía, del jamón y los productos del cerdo ibérico, de las castañas, del por qué Alfonso XXIII le dió el título de ciudad y la nombró muy culta y de muchas, muchas cosas más, pero no, no lo voy a hacer, sólo quiero que veáis una auténtica maravilla con la que la naturaleza nos quiso obsequiar, tampoco os voy a hablar de su historia,  ni os voy a dar una lección sobre estalactitas y estalagmitas, simplemente os dejo que os maravilléis. "LA GRUTA DE LAS MARAVILLAS". ARACENA.











































































Hasta aquí la visita a la gruta de las maravillas, espero que haya sido de vuestro agrado.





















sábado, 7 de enero de 2012

Del ayer que recordamos.

Como todos los años, alrededor de las fiestas navideñas y sobre todo del fin de año, como recopilatorio y recordatorio de lo que el año nos deparó, las distintas cadenas televisivas se encargan de hacernos unos montajes que nos devuelven a la memoria los hechos más notables, las curiosidades, escenas cómicas, deportivas, etc... de lo que ha pasado durante el año.
Como siempre por estas fechas vuelven a mi memoria muchas cosas del pasado, de mi infancia, de mi adolescencia y hasta de hace unos años. Recuerdo como se vivía la navidad en mi casa, cuando yo era pequeño, con mis padres y mis abuelos maternos que vivían con nosotros. A la temprana edad de 7 años recuerdo que probé por primera vez el anís, fue, cómo no, en unas navidades, me lo dio a probar mi abuelo Joaquín, mezclado con un poco de agua. Es curioso, cuando doblaba esa edad, a los 14 lo aborrecí de una borrachera y ahora a punto de cumplir mis 46, me siguen dando un asco terrible las bebidas anisadas.
Cómo cambian las cosas, en aquella época era normal dar a los niños a probar de vez en cuando bebidas alcohólicas, cosa ahora casi impensable en nuestra cultura, yo soy el primero, claro, jamás se me hubiese ocurrido darle a mis hijos nada de alcohol, sin embargo yo por aquella época ya había probado el vino blanco de mesa, la cerveza y como no el vino de quina del que decían que abría el apetito.
No puedo evitar las comparaciones de una y otra época, porque me ha tocado vivir las dos, la primera como niño e hijo de unos padres, que con lo que había luchaban por darnos lo mejor dentro de sus posibilidades. La segunda como adulto y padre de otra época, cargada de tecnología y donde creo que tendemos a un sobreproteccionismo de nuestros hijos, que los lleva a estar muy adelantados en unas cosas, pero a no madurar en otras. Hemos pasado de ser hijos a padres casi sin darnos cuenta y de una sociedad  decadente, en ligero ascenso a otra en la que durante unos años les hemos dado todo lo que han querido. Hemos intentado darles lo que nosotros no tuvimos y hemos cambiado el respeto de antaño por un coleguismo que no es lógico entre padre e hijo. Nos hemos saltado el paso de ser amigos, para ser directamente colegas.
Recuerdo los juguetes de aquella época, los que yo tenía claro, una colección de indios y vaqueros de plástico y un fuerte de madera, miniaturas de coches y estampas de futbolistas. La tecnología se la teníamos que aplicar nosotros moviendo manualmente a los indios y vaqueros y los coches e imitando toda clase de sonidos con la boca. Mis reyes frustrados durante un año y otro siempre eran el scalextric y el autocros. Aunque poco me duró aquella frustración, igual que la ilusión, a los siete años me enteré de quienes eran los reyes, quizá para que asimilase la noticia que me iban a dar, mi abuelo Joaquín me diese aquella copita de anís. También había juegos de época para jugar en la calle y para los que poco se necesitaba, para el trompo (peonza de madera) sólo hacía falta él mismo y una cuerda, las canicas (bolas en mi pueblo), el clavo sólo necesitábamos eso, un clavo y un poco de tierra donde poder clavarlo, con una pelota había mil juegos diferentes a los que poder jugar y un sinfín de juegos para los que no hacía falta nada más que las ganas de jugar, compañeros de juego y la imaginación. Ahora sin embargo, si le quitas a un niño el móvil, la videoconsola y el ordenador, se acabó el niño, no saben qué hacer y se aburren. Se ha pasado de ser nómadas de la calle a un sedentarismo total.
Recuerdo que la muerte de Franco, para mí fue una fiesta doble, la primera porque nos mandaron a casa del colegio, la segunda porque mi padre lo celebró, eso sí de una forma poco alborotadora, aún no se sabía que podía pasar y el miedo todavía estaba instalado en los cuerpos de las personas que lo habían sufrido en primera persona.
Hay muchos recuerdos encerrados en nuestra mente, que sólo florecen en nuestra memoria en momentos determinados. Por ejemplo pocas veces vuelven a mi memoria mis abuelos, porque el recuerdo de los dos, es sólo el recuerdo de niño que puedo tener de ellos, puesto que ambos murieron siendo yo pequeño, a mi abuela materna la tengo más presente porque ella vivió hasta su último día en mi casa, yo ya tenía 22 años cuando falleció, pero a la madre de mi padre no la conocí, casi ni la conoció él, porque el óbito se produjo cuando mi padre contaba con seis años de edad. Bueno, me estoy desviando de lo que quería decir. Tenemos archivados esos recuerdos y de vez en cuando hacemos un click para abrirlos inconscientemente, eso es lo que me pasa a mí  todos los años en estas fechas, siempre que veo un recopilatorio de esos de televisión, vuelven a mi memoria todos ellos, vuelven para hacerme recordar de dónde vengo y quién soy. 
No con esto quiero decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, ni peor, simplemente son eso, nuestro pasado, una pequeña parte de nuestra vida, en la que no teníamos que enfrentarnos a problemas trascendentales y si los teníamos nos sentíamos arropados, protegidos por nuestros padres, creo que eso es lo único que no ha cambiado.
Recuerdos hay muchos, siempre los habrá y tendrán un hueco en nuestra memoria, para reconfortarnos transportándonos de vez en cuando a aquella infancia perdida. Esto sólo ha sido un pequeño recuerdo de mis recuerdos, en los que seguro que alguien más se verá reflejado. Ahora a esperar que pasados otros doce meses vuelvan a florecer como flores en primavera.




JJ Guerra.