Foto publicada en www.eldiario.es
Recientemente, en la
provincia de Huelva y en el distrito sanitario zona norte, se ha
sancionado a cuatro médicos de familia, por motivos que el S.A.S.
llama graves. Esas faltas, no son más que errores administrativos,
que en ningún momento han puesto en peligro la integridad de sus
pacientes.
Los doctores
sancionados ocupan plaza en los centros de salud de Nerva, Rio Tinto,
Aracena y Valverde del camino. Del caso de Valverde no tengo
conocimiento, pero en los restantes las sanciones impuestas han sido
de 45, 27 y 31 días respectivamente, de empleo y sueldo.
Puedo hablar, del caso de Aracena, porque tengo datos, y además me afecta directamente, ya que el doctor Oscar Rubio Gil, es desde hace varios años mi médico de familia y soy testigo de que antepone su trabajo y su deber para con sus pacientes a su propia vida familiar.
En su caso, el castigo ha sido impuesto por los motivos que paso a detallar.
La inspección llevada a cabo sobre su labor administrativa, abarca el espacio de ocho meses, durante los cuales, los sagaces sabuesos encargados de la trama, han encontrado que en varias recetas, al médico, se le olvidó consignar la fecha de nacimiento del paciente. Como todos sabemos, este es un dato de crucial importancia y que si se omite puede afectar gravemente la salud del enfermo y, que a su vez, es indispensable para que en la farmacia no confundan el medicamento a dispensar.
Estas recetas fueron hechas a mano, ya que el sistema informático no distingue horarios para fallar y a veces lo hace en plena consulta. Señores administradores, el dato de la fecha de nacimiento del paciente dejó de tener sentido, el día en que ustedes, avispados burócratas, tuvieron la genial idea de asignar un número de la S.S. a cada uno de los españoles, y otro de historia clínica a cada andaluz. Puestos así, también podrían pedir que cada vez que fallen los ordenadores el médico le pida al paciente el D.N.I. Para que no haya lugar a dudas sobre su personalidad.
En esos ocho meses a los que se refiere el informe que dá lugar a la sanción, el doctor Rubio hizo sesenta recetas a mano que no figuran en el sistema informático. Creo que no es tan complicado y no hace falta haber estudiado en ninguna universidad, para emplear una cosa universal, que se llama lógica. A ver señores, lo voy a explicar: Resulta que cuando un médico hace las recetas a mano es, generalmente, porque no funcionan los ordenadores. -Sí, ya sé que hay otros motivos, como las visitas a domicilio, etc... por eso he dicho generalmente.
Puedo hablar, del caso de Aracena, porque tengo datos, y además me afecta directamente, ya que el doctor Oscar Rubio Gil, es desde hace varios años mi médico de familia y soy testigo de que antepone su trabajo y su deber para con sus pacientes a su propia vida familiar.
En su caso, el castigo ha sido impuesto por los motivos que paso a detallar.
La inspección llevada a cabo sobre su labor administrativa, abarca el espacio de ocho meses, durante los cuales, los sagaces sabuesos encargados de la trama, han encontrado que en varias recetas, al médico, se le olvidó consignar la fecha de nacimiento del paciente. Como todos sabemos, este es un dato de crucial importancia y que si se omite puede afectar gravemente la salud del enfermo y, que a su vez, es indispensable para que en la farmacia no confundan el medicamento a dispensar.
Estas recetas fueron hechas a mano, ya que el sistema informático no distingue horarios para fallar y a veces lo hace en plena consulta. Señores administradores, el dato de la fecha de nacimiento del paciente dejó de tener sentido, el día en que ustedes, avispados burócratas, tuvieron la genial idea de asignar un número de la S.S. a cada uno de los españoles, y otro de historia clínica a cada andaluz. Puestos así, también podrían pedir que cada vez que fallen los ordenadores el médico le pida al paciente el D.N.I. Para que no haya lugar a dudas sobre su personalidad.
En esos ocho meses a los que se refiere el informe que dá lugar a la sanción, el doctor Rubio hizo sesenta recetas a mano que no figuran en el sistema informático. Creo que no es tan complicado y no hace falta haber estudiado en ninguna universidad, para emplear una cosa universal, que se llama lógica. A ver señores, lo voy a explicar: Resulta que cuando un médico hace las recetas a mano es, generalmente, porque no funcionan los ordenadores. -Sí, ya sé que hay otros motivos, como las visitas a domicilio, etc... por eso he dicho generalmente.
Otro
de los motivos es que aparecen quince recetas, en las que no se
detalla un diagnóstico que justifique el tratamiento recetado. Yo
creía que la persona que ha estudiado, hecho una residencia y
conseguido una plaza, para ejercer la medicina, era autosuficiente y
conocedor de si lo que receta es adecuado o no para según qué
enfermedad y no debía dar explicaciones a nadie, salvo a su
paciente, del juicio clínico. Parece ser que no, sino que deben
especificar y aclarar a personal de adiministración, que en muchos
casos no tienen la más remota idea de medicina, de si han recetado
ibuprofeno para una cefalea o como antiinflamatorio para un dolor de
espalda. Supongo que esto debe de ayudar a los
burócratas en esos estudios tan precisos que hacen sobre las
enfermedades que más afectan a la población española y con ello a
su economía.
La otra falta grave, es que existen treinta y siete recetas, esas que salen de la impresora, las que nos dan a los pacientes para que sepamos cómo, qué cantidad y cuando tenemos que tomar el medicamento, a nombre del doctor Rubio, pero firmadas por otro facultativo. Los motivos son sencillos, compartir consulta con un compañero en un momento determinado y utilización por error de un médico sustituto.
Por supuesto, Oscar Rúbio Gil, ha presentado las alegaciones pertinentes a este expediente sancionador, tan obvias, que si alguien se hubiese molestado en leerlas, sin duda habrían sido tenidas en cuenta, pero no, no interesa, porque esto más que una sanción es una caza de brujas, algo ejemplarizante para el resto de compañeros. Para que tengan en cuenta que no estamos en un estado democrático y que según los órganos de poder, lo último a tener en cuenta por un médico debe de ser la salud y el bienestar de los pacientes.
La otra falta grave, es que existen treinta y siete recetas, esas que salen de la impresora, las que nos dan a los pacientes para que sepamos cómo, qué cantidad y cuando tenemos que tomar el medicamento, a nombre del doctor Rubio, pero firmadas por otro facultativo. Los motivos son sencillos, compartir consulta con un compañero en un momento determinado y utilización por error de un médico sustituto.
Por supuesto, Oscar Rúbio Gil, ha presentado las alegaciones pertinentes a este expediente sancionador, tan obvias, que si alguien se hubiese molestado en leerlas, sin duda habrían sido tenidas en cuenta, pero no, no interesa, porque esto más que una sanción es una caza de brujas, algo ejemplarizante para el resto de compañeros. Para que tengan en cuenta que no estamos en un estado democrático y que según los órganos de poder, lo último a tener en cuenta por un médico debe de ser la salud y el bienestar de los pacientes.
Señores
administradores, gerentes y demás, deberían de empezar a pensar en
ponerse sanciones entre ustedes y al gobierno, que antepone estas
nimieces a los verdaderos problemas de la sanidad.
Ustedes que son los encargados de que este sistema funcione, si en lugar de dedicar partidas de dinero y personal en cosas que nada tienen que ver con la sanidad, lo hicieran en verdaderos gestores que fuesen capaces de aliviar listas de espera quirúrgicas y en médicos de familia y especialistas, el sistema sanitario funcionaría a la perfección y con toda seguridad con un menor coste del actual. Por favor, dejen la sanidad en manos de los profesionales que saben lo que hacen. Sus errores burocráticos y su mal manejo de las cuentas públicas, sí que son faltas graves y producen daños irreparables. Dedíquense a jugar al monopoly, en eso no perjudican a nadie.
JJ Guerra.
Ustedes que son los encargados de que este sistema funcione, si en lugar de dedicar partidas de dinero y personal en cosas que nada tienen que ver con la sanidad, lo hicieran en verdaderos gestores que fuesen capaces de aliviar listas de espera quirúrgicas y en médicos de familia y especialistas, el sistema sanitario funcionaría a la perfección y con toda seguridad con un menor coste del actual. Por favor, dejen la sanidad en manos de los profesionales que saben lo que hacen. Sus errores burocráticos y su mal manejo de las cuentas públicas, sí que son faltas graves y producen daños irreparables. Dedíquense a jugar al monopoly, en eso no perjudican a nadie.
JJ Guerra.
Aracena, 7 de
mayo de 2013.