Hay veces en las que sientes rabia e impotencia, porque ves que personas que deberían considerarse unos privilegiados, más aún en estos tiempos que corren, no saben, ni han sabido nunca, ni sabrán apreciar lo que tienen. Bien porque son de una naturaleza que podría llamarse dañina, bien porque viven amargados por su vida personal. Lo cierto es que trasladan sus frustraciones personales a su vida laboral y bueno, si es un fraile o un monje con voto de silencio, pues al resto de la humanidad le puede pasar desapercibido, pero cuando se trata de un profesional que trabaja cara al público, la cosa es completamente distinta. Y si ya lo hace en el ramo de la salud, pues puede afectar a muchas personas. Cuando vamos al trabajo arrastrando problemas que nada tienen que ver con nuestras funciones, desempeñamos nuestro oficio a desgana, por lo que nuestra productividad no es la adecuada. Trasladando tales circunstancias a una consulta médica, el resultado es que no se atiende al paciente adecuadamente, con el consiguiente peligro de errar en el diagnóstico y en el tratamiento.Alguien se preguntará a qué viene todo esto, pues bien ayer acudí a consulta de médico de familia, mi médico no estaba y consecuencia no sé si de la crisis o la premura de la situación no había sustituto, por lo cuál a todos sus pacientes nos desviaban a las consultas de los restantes doctores. Claro, yo acostumbrado a la increíble paciencia que tiene mi médico, que todos los días acaba su consulta muy por encima de la hora estipulada, y con el que tengo una desgraciada, pero entrañable relación médico-paciente, me vi sorprendido por el trato de la "señora" que me tocó en suerte.
Es amargada por naturaleza, a la que conozco desde hace tiempo de mi época de auxiliar de farmacia, que al ver que su marido, médico también en el mismo centro, pero de trato muy distinto, acabó su consulta antes que ella, le entraron unas prisas desconcertantes que sumadas a su ya inaguantable personalidad la hacen insoportable. Bajo mi punto de vista cuando una persona está enferma necesita ver una confianza en la persona que tiene su salud en sus manos y animo a que toda persona que en algún momento se sienta como me sentí yo ayer lo denuncie poniendo la consiguiente reclamación. No somos cosas, somos personas gracias a las cuales ellos pueden mantener sus privilegios y es una verdadera pena que haya profesionales mucho mejor cualificados y orgullosos de su profesión que podrían ejercer y hacer una gran labor social, mejor que estos fantoches que se creen dueños del mundo sólo por ser lo que son.Las autoridades competentes deberían de hacer un sondeo entre la población y saber si estos llamados profesionales siguen estando capacitados para ejercer lo que un día consideraron su vocación y su pasión.
Me gustaría, como ya he dicho antes, que toda persona que se sienta tratada indebidamente lo denuncie y lo haga público, bastantes cosas tenemos que aguantar ya diariamente, como para encima tener que soportar que se juegue con nuestra salud por la incompetencia de alguien a quien nosotros estamos pagando.
Y como mi naturaleza me produce esta incontinencia verbal, desde aquí denuncio públicamente a la doctora Gloria Gómez Martín CNP: 09/0034673/44, por ejercer su trabajo ha desgana con el consiguiente peligro para los pacientes que acuden a su consulta.Con todos mis respetos para los muchos profesionales de la medicina que ejercen de forma maravillosa su trabajo y con una dedicación mucho más allá de lo estrictamente profesional.
JJ Guerra. 28 de enero de 2012.






























