
Cómo cambian las cosas, en aquella época era normal dar a los niños a probar de vez en cuando bebidas alcohólicas, cosa ahora casi impensable en nuestra cultura, yo soy el primero, claro, jamás se me hubiese ocurrido darle a mis hijos nada de alcohol, sin embargo yo por aquella época ya había probado el vino blanco de mesa, la cerveza y como no el vino de quina del que decían que abría el apetito.


Recuerdo que la muerte de Franco, para mí fue una fiesta doble, la primera porque nos mandaron a casa del colegio, la segunda porque mi padre lo celebró, eso sí de una forma poco alborotadora, aún no se sabía que podía pasar y el miedo todavía estaba instalado en los cuerpos de las personas que lo habían sufrido en primera persona.

No con esto quiero decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, ni peor, simplemente son eso, nuestro pasado, una pequeña parte de nuestra vida, en la que no teníamos que enfrentarnos a problemas trascendentales y si los teníamos nos sentíamos arropados, protegidos por nuestros padres, creo que eso es lo único que no ha cambiado.
Recuerdos hay muchos, siempre los habrá y tendrán un hueco en nuestra memoria, para reconfortarnos transportándonos de vez en cuando a aquella infancia perdida. Esto sólo ha sido un pequeño recuerdo de mis recuerdos, en los que seguro que alguien más se verá reflejado. Ahora a esperar que pasados otros doce meses vuelvan a florecer como flores en primavera.
JJ Guerra.
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