En el interior de cada persona subyace el verdadero yo de
cada cual, ese yo mismo que es algo
innato en la persona y lo que determina, en buena medida, junto a la educación
y el medio en el que nos criamos, los aspectos más importantes de nuestra
personalidad, aquello que seremos o lo que nos gustaría ser. Lo difícil de esto
estriba en encontrar el punto en el que nos desviamos de esa senda que parece
que tenemos marcada.
En realidad, en muchos casos no es tan difícil de encontrar, se hace evidente. Puede ser por miedo, otra característica innata, por lo antes dicho de la educación o el medio en el que nos criamos o, simple y llanamente, porque se nos cruza una oportunidad única de hacer dinero o carrera política, en estos dos últimos casos, aunque me repugna profundamente, podría entenderlo, lo que no entiendo es cuando esa oportunidad es indirecta. Me explico, cuando no se hace por un interés directo, sino por pura pelotería, por estar lamiendo el culo a alguien con cualquier tipo de poder, llámese económico o político.
Y aún más repugnante es el caso en el que ese interés afecta directamente al bienestar, incluso a la vida o muerte, de los demás. Cómo alguien tan ignorante como yo podría entender que, por ejemplo, algún médico se saltase a la torera su juramento hipocrático y, en lugar de hacer valer sus conocimientos y su experiencia procurando lo mejor a sus pacientes y con ello curarlos, intentar convencer a éstos de que lo mejor para ellos es algo que, como profesional, sabe que no es verdad. Y de esta manera apoyar a los políticos y a las avaras y salvajes compañías farmacéuticas.
Me da mucho que pensar, si en lugar de ser unos servidores del pueblo también han pasado a ser servidores del capital. Sé que hay un sinfín de profesionales como la copa de un pino, esos no se ven, están en su consulta, en los hospitales y en casa de los pacientes, hacen su labor callada salvando vidas. Y como recompensa, muchas veces, muchísimas veces reciben una sanción o son señalados, porque lo que hacen es humanismo y eso políticamente no es correcto.
Es por esto, por lo que este pobre ignorante, sigue sin comprender muchas cosas, por ejemplo, no comprendo por qué cuando los médicos hacen huelga reivindicando mejoras laborales, etc… los ignorantes como yo tenemos que entenderlo y si ese día teníamos consulta, pues nos fastidiamos y nos jodemos y hasta de forma altruista y solidaria los apoyamos y salimos a la calle, si es preciso a protestar y alzamos la voz en su favor. Causa, esta misma, por la que no entiendo cómo en un caso tan llamativo y claro de condenas a muerte por parte de la casta política gobernante, ellos no alzan su voz masivamente en defensa de un tratamiento digno para los pacientes de la hepatitis c.
Profesionales de la sanidad, cuando habéis necesitado el apoyo de vuestros pacientes, lo habéis tenido de forma mayoritaria. Hepatólogos de España, apoyad a vuestros pacientes y dejad de ser servidores políticos, manifestaros públicamente y decid la verdad sobre los tratamientos disponibles para la hepatitis c. Declaradla epidemia, porque sabéis que lo es y haced que el gobierno además de tratamiento haga campaña de prevención. Dejad los carnés políticos en la mesita de noche de casa y haced vuestro trabajo como el médico que queríais ser cuando ibais a la facultad y soñabais con salvar vidas, antes de la política.
En realidad, en muchos casos no es tan difícil de encontrar, se hace evidente. Puede ser por miedo, otra característica innata, por lo antes dicho de la educación o el medio en el que nos criamos o, simple y llanamente, porque se nos cruza una oportunidad única de hacer dinero o carrera política, en estos dos últimos casos, aunque me repugna profundamente, podría entenderlo, lo que no entiendo es cuando esa oportunidad es indirecta. Me explico, cuando no se hace por un interés directo, sino por pura pelotería, por estar lamiendo el culo a alguien con cualquier tipo de poder, llámese económico o político.
Y aún más repugnante es el caso en el que ese interés afecta directamente al bienestar, incluso a la vida o muerte, de los demás. Cómo alguien tan ignorante como yo podría entender que, por ejemplo, algún médico se saltase a la torera su juramento hipocrático y, en lugar de hacer valer sus conocimientos y su experiencia procurando lo mejor a sus pacientes y con ello curarlos, intentar convencer a éstos de que lo mejor para ellos es algo que, como profesional, sabe que no es verdad. Y de esta manera apoyar a los políticos y a las avaras y salvajes compañías farmacéuticas.
Me da mucho que pensar, si en lugar de ser unos servidores del pueblo también han pasado a ser servidores del capital. Sé que hay un sinfín de profesionales como la copa de un pino, esos no se ven, están en su consulta, en los hospitales y en casa de los pacientes, hacen su labor callada salvando vidas. Y como recompensa, muchas veces, muchísimas veces reciben una sanción o son señalados, porque lo que hacen es humanismo y eso políticamente no es correcto.
Es por esto, por lo que este pobre ignorante, sigue sin comprender muchas cosas, por ejemplo, no comprendo por qué cuando los médicos hacen huelga reivindicando mejoras laborales, etc… los ignorantes como yo tenemos que entenderlo y si ese día teníamos consulta, pues nos fastidiamos y nos jodemos y hasta de forma altruista y solidaria los apoyamos y salimos a la calle, si es preciso a protestar y alzamos la voz en su favor. Causa, esta misma, por la que no entiendo cómo en un caso tan llamativo y claro de condenas a muerte por parte de la casta política gobernante, ellos no alzan su voz masivamente en defensa de un tratamiento digno para los pacientes de la hepatitis c.
Profesionales de la sanidad, cuando habéis necesitado el apoyo de vuestros pacientes, lo habéis tenido de forma mayoritaria. Hepatólogos de España, apoyad a vuestros pacientes y dejad de ser servidores políticos, manifestaros públicamente y decid la verdad sobre los tratamientos disponibles para la hepatitis c. Declaradla epidemia, porque sabéis que lo es y haced que el gobierno además de tratamiento haga campaña de prevención. Dejad los carnés políticos en la mesita de noche de casa y haced vuestro trabajo como el médico que queríais ser cuando ibais a la facultad y soñabais con salvar vidas, antes de la política.
JJ Guerra.