Detrás de la ventana
la vida pasa
y tu la observas detenida
clavando tus pequeñas pupilas
en todo lo que ocurre fuera.
¿A dónde irán esas personas
que van siempre corriendo?
Como hojas de árboles,
algunas son arrastradas
por los vientos de la rutina.
Otras escapan de sus casas
Todos van de aquí a allá
sin mirarse los rostros
pasan unos junto a otros,
se cruzan por las aceras
sin reparar en detalles
parece como si no se vieran.
¿Será que son invisibles?
¿Será que no tienen ojos
o que las prisas los ciegan?
Sólo un niño se ha parado
debajo de un árbol cualquiera,
va cogido de la mano
de un señor con corbata
que le tira, que le arrastra
que le grita, que le pega.
¡Papá un pajarillo se ha caído del nido!
Dice el niño con gran pena.
Y qué más da, dice el padre.
Llegamos tarde a la cena.
Una luz roja se enciende,
tu la miras y comprendes
que es la hora de la espera.
Los coches frenan y
todos cruzan a marcha ligera.
El niño ha crecido mucho,
lleva corbata y cartera
pero su visión ha menguado
y los pajarillos caídos
van pegados a su suela.
Detrás de la ventana
pasa la vida
y tu no sabes si bajar,
decidirte a crecer
e ir corriendo tras ella,
o seguir quieta mirándola
con tu visión aún entera.
Carmen Marín 8/12/2011
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