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lunes, 5 de diciembre de 2011

POR MUCHOS GALLOS QUE CANTEN. (Carmen Marín)




Cuenta una antigua leyenda portuguesa que en cierta ocasión un peregrino que se dirigía a Santiago de Compostela fue acusado injustamente de un crimen y condenado a morir ahorcado. Para defender su inocencia el hombre pidió que lo llevaran hasta el juez, el cual celebraba en ese momento un banquete y se disponía a comer un gallo asado con sus amigos. El condenado señalando con su dedo el plato donde estaba el gallo asado dijo a los comensales:
“Mi inocencia es tan cierta que os aseguro que este gallo cantará si soy ahorcado”
Todos los presentes se burlaron de él, sin embargo, ninguno de ellos se atrevió a comerse el asado y cuando el peregrino fue ahorcado se produjo el milagro y el gallo asado se puso en pié y cantó demostrando así su inocencia.
A veces pienso que haría falta más de un gallo para que la gente despierte y tome conciencia de como los gobiernos nos manipulan. Ayer leí un artículo de la BBC acerca de la utilización de la neurociencia por parte de los políticos para moldear nuestras decisiones a su conveniencia. Parece como si temiesen que el pan y el circo que hasta ahora nos vienen ofreciendo deje de hacer su efecto de adormecimiento. Por si acaso hay que dejar todo bien atado incluso nuestras neuronas, no vaya a ser que de pronto despertemos y le arruinemos el negocio a los mercados.
Por lo visto, en Reino Unido ya existe un equipo que estudia los procesos cognitivos automáticos que llevan a los ciudadanos a tomar decisiones a la hora de votar en las elecciones.
Hasta ahora, en España el mecanismo que más eficacia ha demostrado ha sido el de hacer creer a los esclavos que todo lo que pasa es por su propia culpa. Una culpabilidad acentuada por la educación católica que sigue prevaleciendo en buena parte de la población por mucho que este país se confiese laico. De este modo entre el capitalismo y la religión, han conseguido que los propios trabajadores e incluso los parados se muestren a favor de un sistema que los explota y que encima se atreve a recortar los servicios sociales.
Por otra parte como ya mencioné antes, el pan y el circo de toda la vida sigue funcionando también muy bien para mantener nuestras mentes distraídas y lograr así una mayor indiferencia hacia la política. A la vista están los resultados de las recientes elecciones, o bien se deja de votar o quienes votan lo hacen sin pensar.
Pero claro todo sería aún más sencillo para ellos si pudiesen dirigir a su antojo nuestros propios pensamientos como si se tratase de la programar cerebros electrónicos a través de la ciencia.
En el artículo de la BBC se deja abierto un interrogante muy interesante: “Si la ciencia puede ser usada por quienes buscan moldear nuestras decisiones, ¿puede también ayudarnos a mantener el control en nuestras manos?” Quizás sí, quizás fuese posible usar todos esos conocimientos científicos sobre el cerebro y la conducta a nuestro favor y convertirnos en seres más libres y virtuosos.
Aún así, mientras tanto, por si la ciencia fallase, yo recurriría a los sabios consejos de un antiguo filósofo griego considerado un ciudadano modelo. Me refiero a Sócrates. Ojalá estuviese ahora entre nosotros este peculiar personaje paseando por nuestras calles y haciéndole preguntas a todo el mundo para lograr que pensemos por nosotros mismos.


Al igual que entonces, hoy día seguimos rodeados de esos sofistas a los que Sócrates criticaba por no saber distinguir lo justo de lo injusto y no ocuparse de buscar el bien. Curiosamente esto viene de antiguo y parece que nada ha cambiado por mucho que se avance en la ciencia.
En el año 399 a. d. C., este sabio hombre pasaba por ser enemigo del régimen democrático ateniense al denunciar el injusto sistema de mayorías en las votaciones. Lo mismo le sucedería hoy, como le ocurre a los pocos que se atreven a denunciar nuestra falsa democracia en las plazas.
El anciano sabio fue condenado entonces a morir bebiendo la cicuta y sus últimas palabras fueron que se sacrificase un gallo a Esculapio, ¿quizás se podría equiparar a ese dios griego de la medicina con la neurociencia actual? No lo sé, sólo sé que no se nada y que por más tiempo que pase, ni por más gallos que canten, no hay dios que nos despierte. Lo único que oyen nuestros cerebros dormidos son los horribles graznidos de las depredadoras gaviotas que siguen creciendo cada vez más, alimentándose a sus anchas en los vertederos donde va a parar la basura en la que parece haberse convertido la actividad pensante de esta sociedad.
Ahora que la época navideña se hace inminente, hay otras aves que inundan nuestros hogares. Y yo me atrevería a señalarlas y pedir un deseo de esos de navidad:
Si toda la pobre gente que sufre en sus carnes las terribles consecuencias de la crisis, quedándose sin casas y dentro de poco sin educación y sin sanidad, si toda esta gente es inocente que por favor en la cena de navidad se levanten los pavos asados y se pongan a cantar. Mucho me temo que, aunque su inocencia sea evidente, los únicos cantos que se escucharán esa noche serán como siempre los de la misa del gallo. Aún así que por pedir no quede...
Ojalá la realización de mi deseo tuviese la misma fuerza y seguridad que la que tuvo aquel peregrino al señalar al gallo de Portugal.




Carmen Marín.




3 comentarios:

  1. Muy interesante y acertado. Sobre la manipulacion, que es un tema que por lo visto nos interesa a todos, especialñmente en estos tiempos, te recomiendo una entrada del blog DACTYLOTECA, cuyo enlace encontraras en el mío. Habla de algo parecido. Un abrazo.

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  2. Un tema para reflexionar, muy bien llevado,y pienso tristemente como tu, que los únicos cantos que han de oírse serán los de la misa del gallo...

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  3. La verdad que hay que reflexiona de tantas cosas

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